QUE DIOS BENDIGA A AMÉRICA

 

“¡Que Dios bendiga a América!”: Estremecedor discurso de Trump en su posesión

 

Por Ricardo Puentes Melo

@ricardopuentesm

ricardopuentes@periodismosinfronteras.com

Periodismo sin Fronteras, Bogotá

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20 de enero de 2017

A diferencia de Juan Manuel Santos, que despreció a los militares y encomendó Colombia a brujos, chamanes y santeros, Donald Trump encomendó la nación a Dios. “No más deshonra ni olvido para nuestros militares. No teman. Estamos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestras fuerzas militares y agencias de seguridad y, más importante aún, estamos protegidos por Dios. “

Desde muy temprano estuve pendiente de la ceremonia de posesión del presidente No. 45 de los Estados Unidos, Donald Trump.

Estaba algo desanimado porque alguna prensa había anunciado que se presentaría Shakira e imaginé que sería un bacanal de esos que acostumbraban los Obama y que en los últimos ocho años hicieron tan famosa a la Casa Blanca como centro de diversión, más que como sede presidencial. Esperaba, también, un discurso de Trump conciliador, más blando y etéreo, más suave que el usado en campaña. Imaginé que lo políticamente correcto era eso, aunque soñaba con que no perdiera ese toque con el cual ganó la presidencia de la nación más poderosa del planeta.

Me gustó, obviamente, que personajes como los Castro, Maduro, Correa y Juan Manuel Santos no estuvieran invitados, y fue buena señal que más de medio centenar de congresistas del Partido Demócrata se hubieran negado a asistir.

Los primeros que vi llegar en la ceremonia transmitida por televisión, fueron los Clinton, evidentemente molestos por el triunfo de Trump. La sonrisa de ambos era falsa, forzada, nadie los aplaudió. Luego entró George W. Bush quien no ocultaba su alegría; el multitudinario público lo aplaudió largamente; no por nada fue el primero que logró derrotar a Soros y su maquinaria infernal. Bush pasó por el lado de los Clinton, sin saludarlos, y se dirigió hacia los otros presentes para estrechar sus manos. Solo rato después, al ubicarse cerca de Hillary y Bill Clinton, los saludó brevemente, sin perder la sonrisa de triunfo.

Minutos después hicieron entrada los hijos de Donald Trump, con una actitud que muestra desde ya que la Casa Blanca recobrará su estatus perdido. Detrás de ellos llegó Michelle Obama, quien tampoco podía ocultar su malestar. Ella no saludó a George Bush y se ubicó delante de los Clinton. En la red circula la mirada de burla que Hillary le dirigió a Michelle, tal vez por el extraño atuendo de la esposa de Obama, que contrastó con la elegancia sorprendente de la esposa de Trump, quien llegó inmediatamente después.

Luego hicieron su entrada Obama y Biden. Y detrás de ellos llegó Donald Trump, ovacionado por la multitud. Trump juramentó ante John Roberts, presidente del Tribunal Supremo de Estados Unidos, mientras un izquierdista, cuyo video está también por la red, lo escuchaba en una calle de Washington para, luego, lanzar un alarido de dolor y rabia al tiempo que clamaba hacia el cielo y se lanzaba al piso en teatrales contorsiones.

Y comenzó el discurso de Donald J. Trump. Dio gracias al pueblo americano, y al pueblo que lo apoyaba alrededor del mundo. Primera gran sorpresa que desencadenaría un discurso sorprendente, esperanzador, contundente y fogoso. El estilo de Trump.

Agradeció a Obama la transición del mando, pero de inmediato, en la siguiente frase, se despachó contra su administración, sin mencionarlo directamente pero de manera muy evidente.

Acá algunas de sus frases:

-“Hoy devolvemos el poder de Washington a ustedes, el pueblo. Durante mucho tiempo un pequeño grupo de políticos en el Capitolio amasó el poder mientras ustedes se encargaban del pagar el costo. Washington florecía, pero los ciudadanos no participaban de los mismos beneficios”.

-“Hoy estamos tomando el poder de Washington D.C. Para regresarlo al pueblo”.

-“Hasta ahora en Washington DC se enriquecieron a costa del pueblo. Eso se acabó hoy”.

-“Estados Unidos estará en primer lugar. Toda decisión sobre impuestos, sobre medidas económicas, sobre migración o asuntos extranjeros se tomará para beneficiar a los trabajadores y a las familias americanas”.

-“Los que han sido olvidados hasta hoy, ya no serán olvidados”.

-“La matanza contra los americanos se ha detenido hoy”.

-“No más bonanza de industrias foráneas a costa de las nuestras”.

-“Vamos a proteger nuestras fronteras de los saqueos de otros países, que se roban nuestras compañías y destruyen nuestros empleos”.

.”No más deshonra ni olvido para nuestros militares”.

-“Desde hoy, América estará en primer lugar para los americanos”.

-“Protegeremos a nuestro país de cualquier amenaza hacia nosotros”.

-“Recuperaremos nuestros empleos, nuestras fronteras y nuestros sueños”.

-“No más asistencialismo. Los americanos tendrán trabajo. Reconstruiremos nuestro país con mano de obra de americanos”.

-“Las empresas emplearán como primera medida a los americanos”.

-“Erradicaremos el terrorismo islámico de la faz de la tierra”.

-“La Biblia nos dice que es bueno cuando el pueblo de Dios vive junto y en la unidad”.

A diferencia de Juan Manuel Santos, que encomendó a Colombia a brujos, chamanes y santeros, Donald Trump encomendó la nación a Dios.

–“No teman. Estamos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestras fuerzas militares y agencias de seguridad y, más importante aún, estamos protegidos por Dios”.

-“El tiempo de los políticos charlatanes ha terminado. Tomaremos medidas contra ellos. Llegó el momento de la acción”.

-“Seamos blancos, negros o marrones, todos sangramos la sangre roja del patriotismo y todos saludamos a la maravillosa bandera americana”.

-“Ustedes, americanos, nunca serán ignorados de nuevo”.

A medida que avanzaba el discurso de Donald Trump, los Obama y los Clinton se revolvían en sus sillas. No esperaban tal contundencia.

En las calles, grupos de bandidos a sueldo de George Soros, según se ha dicho, sembraban el terror en negocios y bancos de Washington rompiendo cristales, saqueando, dañando la propiedad privada y pública.

Vinieron las intervenciones de un rabino, quien agradeció a Dios porque Israel tenía un amigo, a diferencia del periodo pasado, y luego hablaron los pastores Marvin Hier, Franklin Graham, y el obispo negro Wayne T. Jackson. No hubo ningún musulmán invitado, cosa que criticó duramente Univisión, tan afín a esos radicales.

Los comentaristas de Univisión contrastaban con la serenidad de Fox News, y evidenciaban su veneno en cada comentario contra Donald Trump, poniendo en entredicho su legitimidad, su popularidad y lo expresado en su discurso. La rabia era evidente.

Pero quienes acompañamos de corazón la candidatura de Trump desde sus comienzos, estábamos sobrecogidos de emoción, una emoción que llegó a su cúspide con el cierre de este discurso que pasará a la historia por su sencillez, su valor y su esperanza, con las palabras del presidente No. 45 que regresó a Dios al lugar que siempre ha tenido en el valeroso y generoso pueblo americano:

-“Que Dios bendiga a América” concluyó.

Eso esperamos todos, y que esa bendición sea traspasada a nuestra amada Colombia, hoy en manos de los seres más sanguinarios y perversos que hayamos conocido: Santos y sus compinches de las narco-guerrillas.

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